jueves, 16 de agosto de 2012

Ética y Desarrollo organizacional


Existen muchas variantes en el aspecto evolutivo de las organizaciones y si bien es cierto, la evolución va de la mano con el desarrollo. Un desarrollo organizacional involucra una serie de pautas, normas y procesos que se llevan a cabo con el fin de mejorar directamente la efectividad productiva y el crecimiento de la organización. Pero, ¿Que tiene que ver la ética con todo esto? A menudo somos parte de planes para el mejoramiento de la empresa en la que laboramos y la mayoría de las veces no lo sabemos, la ética en el desarrollo organizacional cumple un papel primordial porque si no la hay, no puede haber un desarrollo equitativo y por ende, el resultado no será satisfactorio.
Debemos entender que el desarrollo organizacional es el reflejo de una necesidad, la cual induce al avance con el fin de erradicar de raíz muchas tendencias a estereotipos que conllevan a una mala práctica laboral, en síntesis, el desarrollo organizacional cumple un papel  educativo que busca el cambio de creencias e ideales muchas veces ortodoxos.
El mundo se encuentra en una fase de cambio bastante agitada, en la cual la tecnología está a la cabeza de todo tipo de movimiento evolutivo. Esta etapa agitada, busca dejar a un lado el sedimentarismo laboral y buscar mejorar las actitudes, cualidades, valores y virtudes de las personas con el  fin de incrementar la satisfacción laboral, la predisposición a los nuevos retos y la productividad al desarrollar organizadamente cuanto plan se encuentre bien pensado y previamente estudiado.
En fin, la ética es sin duda alguna, la clave del éxito del desarrollo organizacional al buscar la perfección del mismo, y la ejecución bien elaborada del plan de desarrollo. No existe un después sin un antes, no existe desarrollo organizacional alguno sin ética.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Y los valores?


“Mamá, mamá! Me encontré esta tarjeta de recarga en el suelo, yo vi cuando a una señora se le calló pero yo me la metí a la bolsa y me fui! – A bueno  que dicha no tenía saldo ya-” Esta fue la pequeña conversación entre un pequeño y su mamá, que esta mañana escuche al salir a pasear a mi perra por la calle, inmediatamente recordé las palabras que me dijo me madre una vez que encontré una moneda de veinte colones en el patio del vecino –Anda y deja eso ahí mismo, que esté en el suelo no quiere decir que esté botada…- y yo apenado pero reflexionando sobre lo que había sucedido,  fui y la deje donde la encontré.
¿Por qué este niño no devolvió esa tarjeta a la señora? O quizá la interrogante mayor sea ¿Por qué su mamá aplaudió la acción errada de su hijo? Analizando un poco la situación llegue a la conclusión de que esa madre y ese niño comparten el mismo pensamiento que comparte una Costa Rica consumida por una sociedad llena de antivalores., pensamiento que muchas personas, al igual que esa madre, se hacen de la vista gorda con el fin de beneficiarse ellos sin pensar en el daño que pueden hacer a los demás indirectamente.
Nuestra sociedad ha dejado de ser una sociedad de valores como la responsabilidad, el respeto, la sinceridad, la honradez y ha pasado a ser el blanco de la mediocridad, de la irresponsabilidad y del irrespeto, pero sobre todo, de la deshonestidad.
Hoy en día, vivimos bajo tanto estrés del trabajo, de la familia y de las personas a nuestro alrededor, que no nos damos cuenta que para salir del paso, hacemos o dejamos de hacer cosas que nos conducen a ser personas superficiales sin pensamiento ni ideales propios, dejamos a un lado nuestras virtudes, esas facilidades que teníamos de nacimiento para poner en práctica valores muy arraigados a nuestros principios sociales o religiosos y todo por salir del paso. Nuestros  hijos crecen con más influencia del televisor y del internet, de sus “amigos” y de la calle, que de nosotros mismos como padres. ¿Qué valores pueden versen reflejados en nuestras familias, que son la base de la sociedad, si permitimos que nuestros hijos roben o hagan lo que quieran sin corregirles?  Ninguno… solamente veremos reflejado antivalores que crecen a pasos agigantados en nuestras narices y que calan en lo más profundo de nuestro ser costarricense quien reciente la perdida de nuestra identidad y principios.
La solución no está en la violencia ni en la opresión de los infractores de las leyes, la recuperación de nuestra sociedad está en nuestras casas, en nuestros hogares, en nuestras manos. Debemos empezar por practicar los valores que aprendimos de nuestros abuelos y padres, debemos explotar nuestras virtudes, debemos dar ejemplo con hechos para que nuestros hijos el día de mañana, no caigan el rol valeverguista e insensible en el que se mueve nuestra sociedad., pero lo más importe, el buen ejemplo se debe dar para que nuestros nietos no reciban como respuesta a sus errores un: “A bueno, que dicha no tenía saldo ya”.